Pessoas Deveras Importantes

quarta-feira, 5 de maio de 2010

El desagravio


(in Mulher Macho, sim, senhor!, Ed. Cortez,

São Paulo, 1980 - Traduzido para o Castelhano

por R.C. Valenzuela)

¿Qué temía mi padre o de qué estaba él queriendo librar a su prole?

Procuré olvidar todo aquello, apelando para mi mundito de fantasías y escondiéndome en el mofumbal de mi imaginación.

Escogería mi propio destino y de este modo triunfaría sobre aquel padre prohibidor y violento. Ya había decidido. No me casaría, no tendría hijos tampoco. Estaba decidido. No me daría el derecho de parirlos. Sería un gran dolor, mas dejaría la oportunidad de mi sueño femenino. Sería indiferente a los gritos de mi cuerpo y me volvería monja o haría cualquier cosa, en tanto que yo me viese libre del convivio infernal de un macho bestializado que, sintiéndose mi dueño y señor, transformase mi vida en un purgatorio.

Yo no tendría el mismo destino de las mujeres que conocía. No iría a cuidar por toda la vida de un macho violento, a cambio de comida o de migajas de afecto. No sería como todas, el cuero para pisar tabaco de un macho tabaquista que sabía solamente preñarlas, zurrar a los hijos y culparlas por los desvíos de los hijos.

¿Qué sabe el hombre de ser madre?

Ningún hombre podrá tener la noción exacta de lo que es tener un hijo. Sólo quien pasa nueve meses con un embrión en la barriga puede establecer alguna relación con un ser y desarrollar la sensibilidad para cuidar de un hijo, disposición para amar y condolese por él, susceptibilidad para percibir las peculiaridades y reaccionar a ellas de manera adecuada.

Por ningún dinero del mundo, me sujetaría, como mi madre, a los caprichos de un macho. Y haría todo para no darme en alquiler o dejarme tomar en alquiler por cualquier hombre en la faz de la tierra a cambio de un poco de seguridad.

Trabajaría en cualquier cosa, mas no me transformaría en el tipo de meretriz que se tornó Luzinete. Satisfacía al macho en todo, por un plato de comida y por un techo. Sin contar que él la zurraba siempre que le daba la gana, alegando celos. ¿Celos? ¿De una mujer de vida galante como Luzinete? Una mujer gorda y fea, siempre sucia y mal vestida que no me parecía capaz de provocar deseos tan ardientes en los hombres, para que mereciese ser punida por el marido celoso. Los celos, para mí, eran una disculpa que él creaba para golpear en aquel saco de papas podrido amarrado por la cintura, en que se convirtió Luzinete después que se casó y paró el primer hijo. A mi parecer, Luzinete era, tan solamente, la persona sobre quien él hacía recaer sus fracasos o a quien eran imputados todos los reveses de su vida de hombre bien parecido, que se casó con la hija abandonada del patrón, para subir en la vida; su vaca expiatoria.

1980/2010 © Z.A. Feitosa, todos os direitos reservados

7 comentários:

  1. maestro felicidades por su gran talento, espero coincidamos en la vida, tengo un sueño de compartir escenario con usted, lo admiro.

    espero una respuesta para seguir en contacto.

    buena senda y un abrazo de paz y luz

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  2. Z.A.Feitosa: Gracias por aparecer por la Ataraxía y seguirme.
    Por levantar el barniz que protege a mi alma del invierno.

    Un saludo desde el Guadalquivir de Sevilla.

    Luis.

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  3. maestro gracias por su respuesta, le envio un abrazo fraternal de paz y luz

    su siempre amigo Eduardo

    buena senda
    sigamos en comunicacion.

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  4. Me gusta leer un poco de sus sentimientos, aunque lo hago escépticamente para no enimiscuir lo demasiado en asuntos suyos.
    Peo grato es saber que todos tenemos problemas parecidos, y consolador si pienso que todos encontrados distintas soluciones.
    Las preguntas que usted hace en éste escrito me han dado un par de ideas de cómo seguir una línea más recta que el círculo que venía siguiendo.
    Suyo.

    R.

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  5. Aqui estoy, en tu espacio, gracias por abrir la ventana.
    Hacia la lectura se desliza el sentimiento y llega que es lo importante.

    ABRAZO
    Por acá me tendrás en la medida que el tiempo lo permita.
    Rossana

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  6. Profunda abordagem...

    "Ciúme, para mim, foi um pedido de desculpas que ele criou para bater aquele saco de batatas podres amarrado na cintura, ele se tornou Luzinete casou após o primeiro filho e parou. Na minha opinião, Luzinete foi, portanto, apenas a pessoa sobre quem ele estava colocando suas falhas..."

    Energia, Luz, Coragem em penetrar esses labirintos.
    Tocante. CoMovente.

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Agradeço muito sua visita. Força e luz!
Z.A. Feitosa (www.feitosa.net)